Situr indica que Plaza Botero es el destino cultural más visitado de Medellín, con el 74.5% de preferencias por los extranjeros y el 73.2% por los turistas nacionales, muy por encima de las catedrales y otros museos.
Por: Juan Moreno
Según el Sistema de Indicadores Turísticos -Situr- Antioquia, la Plaza Botero es el sitio preferido para hacer turismo en Medellín por el 59.4% de los turistas nacionales y el 65.1% de los extranjeros.
“Oiga, aquí hay hasta colombianos”, me dice uno de los fotógrafos que rondan constantemente la Plaza Botero, uno de los puntos de la ciudad que más extranjeros reúne por metro cuadrado en Medellín. Y aunque en épocas de pandemia son pocos los foráneos que se ven, sí se distinguen los turistas de otras partes del país. Por eso mismo: llevan pintas de turista.
Anderson Vera y Luz Bravo llegaron de Cali y el primer plan fue ir a conocer la plaza de las esculturas. Están en sus veintes y aunque no tienen mucha idea de quién es Fernando Botero sí quisieron ir a visitar el lugar que sale en todas las reseñas turísticas. “La cultura de la gente es muy chévere, la organización, el metro , la ciudad en general nos ha encantado. Este parque es muy lindo con las esculturas pero sí quisiéramos tener un poquito más de sensación de seguridad”, dicen casi al unísono.
Y es que lo variopinto del lugar, donde se reúnen en los alrededores venteros informales, prostitutas, habitantes de calle y vendedores de toda clase de chucherías y artesanías, a veces atemoriza un poco a los extraños, poco acostumbrados a semejante “fauna”. Alberto es de la Dorada (Caldas) y vive en Bello Oriente. Además de ser fotógrafo itinerante, lleva 15 años como líder de la zona segura en la plaza, dice que su grupo es promotor de la seguridad ciudadana en el parque. Trabajan como enlace con la Policía del Turismo. “Esta zona es la principal vitrina de Medellín. Las alcaldías han trabajado en garantizar la seguridad y el espacio público pero necesitamos que no bajen la guardia. Esto ha sido muy sano también por la vigilancia privada”, dice.
Gracias al turismo muchas personas tienen alimento y cubren sus necesidades básicas. Alberto cuenta por ejemplo, que gracias a su oficio tiene a dos hijas estudiando en la Universidad del Tolima. Esculturas a escala, llaveros, imágenes, afiches, camisetas, gorras, artesanías, toda suerte de recuerdos del lugar también mueven la economía formal e informal, pues hay vendedores ambulantes y establecidos en locales, como el que atiende Daniela, una joven que despacha hace dos años en “Artesanías Botero”, un negocio de souvenirs ubicado en el costado sur, hacia la calle Calibío. “En un tiempo bueno podemos cerrar a las 9 de la noche porque hasta esa hora se ven turistas por aquí. Ahora por la pandemia y la cuarentena apenas se está reactivando el movimiento de visitantes, sobre todo nacionales, y cerramos a eso de las cinco o seis pero seguramente todo irá mejorando con el tiempo y ojalá no se descuide la seguridad”, dice.
Referente del turismo en Medellín
A la Plaza Botero se llega directamente en el metro de Medellín, estación Parque de Berrío. También hay posibilidad de alojamiento cinco estrellas en el tradicional Hotel Nutibara, a una cuadra de distancia.
Un grupo de turistas con rasgos indígenas se toma fotografías en una de las esculturas, mientras una exuberante morena posa junto a otra de las obras de Botero. Ella contrató a uno de los fotógrafos y le va indicando qué hacer. Parece estar decidida a sacarse imágenes en cada rincón del lugar, su sonrisa abierta y su espontaneidad inundan el lugar. Está feliz. Dice que es de Medellín pero parece una visitante más. Cosas que se ven en un sitio así. Mientras tanto una familia bogotana, que no quiere dar declaraciones, también se anima a posar para sus celulares en las pocas esculturas que quedan libres. Sus redes sociales se verán pronto alimentadas por el recuerdo de que estuvieron en uno de los lugares con mayor número de referencias en Colombia. Mientras tanto, los fotógrafos, que han desarrollado un ojo avizor que detecta de inmediato la presencia del foráneo, nos los van señalando para que les hagamos nuestras propias fotos.
Antes de la pandemia identificar al extranjero no era difícil, pues siempre llegan en pareja o en grupo y están vestidos con sus pantalones cortos, camisetas alusivas al país o a equipos de fútbol nacionales, llevan sombrero vueltiao y la indefectible cámara al cuello. En sitios de internet como TripAdvisor, especializados en turismo, se registran más de cinco mil opiniones, casi la mitad de ellas ranqueadas como “Excelente”, donde ponderan el espacio, las obras naturalmente y los sitios aledaños, como el propio museo y los restaurantes que contiene.
Ramiro Cuartas tiene como 10 sombreros puestos en la cabeza y otros 20 en una mano, los vende a diferentes precios. “La gente viene buscando el tradicional “vueltiao”, pero también se le tiene el aguadeño y el tipo Panamá como el que usaba Carlos Pizarro, ¿se acuerda?. Eso son infaltables, por aquí también tengo de cuero, de felpa o el gardeliano, porque acuérdese que estamos en al ciudad del tango, pelao”, me dice con su figura enjuta y una experiencia acumulada de muchos más que los 20 años que tiene la Plaza.
Eventos
La Plaza Botero ha servido también para albergar algunos de los eventos de ciudad como el Festival Internacional de Tango Ciudad de Medellín, que ha sido el gran escenario en numerosas ocasiones, una de ellas la presentación de la cantante argentina Susana Rinaldi en 2018. También, ha recibido el tradicional Mercado de Sanalejo mientras se hacían las obras de reparación en el Parque de Bolívar.
Música, teatro, dibujo, exposiciones de patrimonio e historia también tienen como sede este lugar, actividades generadas por el propio Museo de Antioquia, la Alcaldía de Medellín o la Universidad de Antioquia. “Vive la Plaza” es una de las agendas más importantes de la programación del museo, esta iniciativa tiene como protagonista las propuestas de artistas y colectivos culturales que promueven el diálogo, el debate y la reflexión sobre el espacio público.
El programa nació en 2014, año en que realizó distintas activaciones con los vendedores ambulantes de la Plaza Botero, mercados campesinos, conciertos, laboratorios de dibujo, peluquería experimental; y continuó con Skate a la Plaza, laboratorios de cultura libre y radio comunitaria, además de una jornada de Paz a la Plaza como acción para reflexionar sobre el acuerdo de paz en Colombia.
Hoy la Plaza Botero espera a que vuelvan los visitantes en masa después de la pandemia o cuando por lo menos los protocolos de viaje estén activados de manera más fluida. Por ahora se escuchan acentos del interior del país, de la costa, del sur y por supuesto, el de los hermanos venezolanos que también se buscan la vida en el lugar. “Ya uno extraña los idiomas incomprensibles, la gente hablándole a uno por señas y claro, esas monas tan hermosas como holandesas o alemanas, yo no sé. Igual para nosotros todas son gringas”, ríe Ramiro mientras se aleja con su torre de sombreros, añorando que vuelva la “Torre de Babel” que siempre ha sido la plaza, tan universal como el arte de Botero.
