Alexander Barajas Maldonado
Mientras se conoce el censo y los estudios de diagnóstico que desde el semestre pasado anunciaron la Subsecretaría de Espacio Público y la Gerencia del Centro, las inciertas cifras sobre el comercio informal en la Comuna 10 se podrían resumir así: 15 mil venteros en andenes, pasajes peatonales, parques, paraderos y hasta calzadas vehiculares del centro.
De ese monto, cuatro mil contaría con alguno de los permisos que expidió la alcaldía hasta 2011, año en el que se tramitó el último de esos documentos de control. Si se hurga un poco más en esos números “al ojo”, entre cuatrocientos y mil serían carretilleros, los mismos que con sus vehículos de tracción humana hasta el tope con frutas en cosecha, las promocionan combinando ofertas irresistibles “la docena a mil” con la estridencia de un megáfono.
“Ellos también son comerciantes informales y hay formas de organizarlos. Nos han cogido mucha ventaja, pero creo que son gente que si se les llega bien, pueden vincularse a los programas de recuperación del centro, que trabajen más organizados y no obstaculicen tanto”, afirmó el presidente de la Unión de Venteros Informales de Medellín (Uvimed), Guillermo Giraldo, quien afirma representar a 770 venteros organizados.
De las 12 organizaciones de comerciantes informales que se calcula existen en el centro y que asistieron en septiembre a la más reciente reunión convocada por la Gerencia del Centro y la Subsecretaría de Espacio Público, pocas tienen carretilleros entre sus asociados.
La incomodidad es lo de menos
El concejal Jesús Aníbal Echeverri lidera una de las comisiones accidentales que le hace seguimiento al problema de los venteros en el centro. En uno de estos espacios denunció verdaderas mafias que tienen en las carretas una fuente de millonarios recursos mal habidos.
“Descubrimos que hay dueños de 40 o 60 carretas que las mueven de distinta manera; las pueden alquilar a $10 mil el día, o le pagan a alguien $25 mil diarios para que vendan en sus carretas y les ponen hasta la mercancía. También le prestan al carretillero plata con el gotagota del 10% diario; otros le combinan la venta disfrazada de drogas. En fin, muchas de esas carretas no están resolviendo la subsistencia de una familia, están alimentando estructuras criminales que pueden generar de 30 a 100 millones de pesos mensuales”, aseguró.
Echeverri comparte la visión no confrontadora de la Subsecretaría de Espacio Público y la Gerencia del Centro: “La idea no es acabar con esas ventas, pero sí hay que organizarlas ubicándolas en puntos que no afecten la movilidad ni el comercio formal. Se está haciendo un censo, la idea es carnetizar a los venteros y carretilleros que demuestren que de verdad viven de esto y apoyarlos con créditos, formándolos en manipulación de alimentos y respeto del espacio público”.
Agregó que espera los resultados de esos estudios y que la Gerencia del Centro presente a su comisión accidental la propuesta de cómo reubicar a los carretilleros, reconociendo que las peores problemáticas están en los alrededores del edificio Miguel de Aguinaga de EPM, Guayaquil y el parque San Antonio, “donde se hacen hasta 50 carretilleros a la vez”. Y mientras tan
to, diciembre con su alegría -y con las ventas callejeras disparadas, como es tradición- está a la vuelta de la esquina.
La Secretaría de Seguridad y Convivencia, despacho al cual está adscrita la Subsecretaría de Espacio Público, envió un comunicado resumen de la ya referida reunión de septiembre con los venteros en el que se repite el discurso conciliador: “en el caso de los carretilleros del sector del Parque San Antonio, se analizan opciones de la Administración y de los representantes de los comerciantes para mejorar la movilidad de los ciudadanos en el espacio público y aportar a la reducción de la contaminación auditiva en el centro de la ciudad, sin vulnerar el derecho al trabajo y salvaguardando el bien común a través de la vía del diálogo”.