Por Tatiana Balvin
En el segundo piso del antiguo edificio del Banco de Colombia, diagonal al Parque Berrio, hay un oasis de las letras, el Museo de la Máquina de Escribir Mario Vásquez Posada de la Corporación Universitaria Remington, un espacio que alberga, además, fotografías de las primeras estudiantes de Antioquia de Técnicas en Medellín, documentos históricos y un sinfín de historias.
La colección de las máquinas de escribir es tal vez una de las más completas del país, un homenaje a la escritura y a las ideas que esta permite materializar. En este lugar están desde las icónicas máquinas de escribir de principios del siglo XX hasta los modelos más modernos del siglo XXI, la colección abarca una amplia gama de estilos y diseños.
“El Museo fue creado en 2019 y abierto al público a partir de 2022. El lugar recuerda la historia de cómo se adquirieron las máquinas de escribir procedentes de Europa y Norteamérica, pero especialmente las de marca Remington, que de ahí viene el nombre de la Institución Universitaria. Se inició impartiendo educación en mecanografía y taquigrafía a mujeres que años después fueron empresarias exitosas” dice Melissa Puche, Coordinadora de Comunicaciones de Uniremigton.
El museo no solo presenta las máquinas de escribir como artefactos históricos, sino que también destaca las historias detrás de las teclas. Gracias a estas, las mujeres paisas salieron de ser amas de casa y pasaron a ocupar cargos en las principales empresas del país.
“Gustavo Vásquez Betancourt, el fundador, fue quien dijo que la enseñanza para usar la máquina no debía ser solo de hombres. Entonces fue como con la bonanza y el nacimiento de nuevas empresas hacia 1915 que se permitió que las mujeres, hijas de hombres de alta sociedad de Medellín que no se hubieran casado, comenzaran a entrar a los negocios de sus familias”, dice Diego Giraldo, Profesor encargado del Museo.
El Museo es, además, una evidencia histórica que devela las vidas de los habitantes de Medellín del siglo XX. En las fotografías expuestas hay alrededor de las máquinas cientos de mujeres que tenían prohibido compartir en los mismos espacios con hombres, una dinámica que cambió 50 años después.
Además, en el recorrido los visitantes pueden apreciar una amplia gama de estilos y diseños; una línea de tiempo desde las máquinas icónicas del siglo XIX hasta los computadores contemporáneos portátiles, también hay textos antiguos, fotografías y discos del siglo pasado que se usaron para la enseñanza de la mecanografía.
“Las máquinas de escribir no son intuitivas, el cómo poner el papel tenía su arte, para que quedara centrado… hoy en día no se alcanzan a imaginar eso, ni tampoco el golpe duro que se le tenía que dar para que sonara la campanilla al finalizar. Hoy los jóvenes se sorprenden”, anota Diego Giraldo.
Uno de los artículos más antiguos y llamativos es una registradora de 1915, conservada con el bronce original, también hay exámenes y trabajos académicos de las primeras estudiantes presentados a principios del siglo XX, y con las máquinas se pueden evidenciar los diferentes tipos de teclado y la evolución de los pesos de estas.
“Hay máquinas de muchos tipos, pero la Remington N°. 12 Standard fue toda una novedad porque pesaba menos de cuatro kilos y podía ser llevada a todos los lugares, es decir, era portátil” seña Giraldo.
Como experiencia adicional, los visitantes no pueden irse sin hacer el ejercicio de escribir una carta en máquina de escribir para su ser querido al mejor estilo de 1900, una forma de conservar el legado y la nostalgia de una cultura que se desarrolló con las teclas.
Para visitar este Museo se debe hacer una reserva para máximo 10 personas en el correo electrónico: [email protected] o al teléfono 322 10 00 ext 2701.
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