Por décadas, el sector de Guayaquil, también conocido como El Hueco, ha sido sinónimo de comercio, bullicio y vitalidad. Pero hoy, entre textiles, vitrinas y calles llenas de comercio, han nacido nuevas razones para bajar el ritmo, mirar hacia arriba y quedarse un rato más. El centro de Medellín —ese que muchos aún recorren solo para comprar productos— está comenzando a oler distinto. Y sabe mejor.
Una nueva ola de ofertas gastronómicas ha ido transformando este corazón comercial de la ciudad en un corredor de experiencias, algunas ocultas, donde se cruzan la innovación, la tradición y el deseo colectivo de habitar el centro de otra manera. Terrazas, cafés de origen, restaurantes temáticos y una plazoleta con múltiples opciones, hacen parte de esta transformación que ya genera conversaciones en redes, espacios de reunión y se ha convertido en una excusa para visitar Guayaquil.
Nuevos rooftop en el sector
Valentina Gallego, coordinadora de marketing de los restaurantes Rooftop Garden y Tierra Sagrada, ubicados en Tenerife con Pichincha, y que fueron creados en los últimos dos años, lo resume así: “Queremos que las personas tengan como primera opción visitar el centro. Que se sientan seguras, tranquilas, que disfruten espacios bonitos y que se queden, no que solo pasen por aquí”. Y lo están logrando. En estos pisos altos, ambos restaurantes ofrecen dos experiencias complementarias: una terraza familiar, abierta al sol y a la música en vivo, y un restaurante mexicano con fusión local pensado para un público joven y relajado.
Detrás de estas propuestas no solo hay diseño y buena sazón, sino una visión de ciudad. Valentina lo explica con claridad: “Le apostamos al cambio. Creemos que el centro tiene que transformarse también en lo cultural y lo gastronómico. Por eso quisimos ser parte de ese movimiento”.
La oferta de cafés también crece
Esa misma apuesta la comparte Sony Cierro, administrador y socio de Joseph’s Coffee and Waffles, un pequeño café escondido en el tercer piso del tradicional centro comercial Los Marinillos. Allí, entre utensilios del hogar y ropa, hay espacio para el silencio, el café de origen del Huila y waffles artesanales. “Quisimos traer algo distinto, algo que conectara con los que realmente disfrutan del café. Y este lugar, en medio del bullicio, ofrece justo eso: una pausa”, cuenta Sony.
La historia de Joseph’s Coffee —que lleva apenas un año abierto— está marcada por la fe, el trabajo silencioso y la convicción de que al centro también llegan personas en busca de experiencias memorables. “El nombre viene de San José, el santo. Le pedimos que nos mostrara el camino y así fue. La gente ha respondido muy bien. Se ha ido regando el voz a voz”.
A unas cuadras, en las diferentes plantas del centro comercial Gran Plaza, la apuesta por ser un destino gastronómico ha sido una constante desde hace más de una década. Su plazoleta de comidas, con más de 30 locales y siete cafés especializados, se ha consolidado como el gran comedor de Guayaquil. “Recibimos entre 3.000 y 4.000 personas solo al mediodía. Aquí encuentras desde el caserito hasta propuestas saludables por peso, hamburguesas gourmet, cafés especiales. La oferta ha crecido con el centro mismo” explica Janeth Zuleta, gerente de Gran Plaza Centro Comercial
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Uno de los locales más destacados allí es Camil, un restaurante que ofrece comida saludable por peso. “No es que sea 100% vegetariano, pero tiene una barra amplia de ensaladas y proteínas. Cada quien se sirve lo que quiere y paga por el peso. Así se evitan desperdicios y se promueve el consumo consciente”, dice Zuleta.
Y si lo que quiere es mas tradicional, en el cuarto piso del Centro Comercial Guayaquil, Bon Appetit ofrece almuerzos caseros en un ambiente informal y tranquilo.
Pero no todo sucede en terrazas o centros comerciales. También hay nuevos sabores en lugares inesperados. En la misma acera del Gran Plaza, frente al parque de las Luces se encuentra Café Botswana, otro de los referentes emergentes que le apuestan al buen café con ambientación sobria y moderna. Mientras tanto, otros locales como Ababor, en el Centro Comercial Hollywood, ofrecen pescados y cocina de mar en pleno corazón de Medellín. Y También sobre la calle Carabobo, Bohemia Pizza y Café mezcla infusiones con rebanadas artesanales en un rincón donde el aroma del café se contrasta con el ajetreo del comercio.
Detrás de cada una de estas propuestas hay una misma idea: transformar el centro desde adentro, hacerlo más amable, más delicioso, más propio. “Tenemos todo cerca. El teatro, los museos, el comercio. Y ahora también buena comida. Es como matar varios pájaros de un solo tiro” , dice Valentina Gallego.
Sony Cierro coincide. “Uno llega al centro con ciertas ideas, pero aquí viene todo tipo de gente. Nosotros lo apostamos todo y no nos equivocamos. El centro tiene potencial”.
Y en efecto, la renovación no solo es estética: es una invitación a mirar de nuevo, a darle otra oportunidad a un lugar que, por años, muchos evitaron. Hoy, Guayaquil se convierte en un atractivo por sus sabores. Todos los chefs del centro sueñan en que el apetito por visitar y deleitarse en el centro sea cada vez más gastronómico y cultural.
Porque a veces basta con subir unas escaleras, perderse en una terraza o descubrir un rincón inesperado para recordar que Medellín siempre ha sabido reinventarse, y que el centro, más que un lugar de paso, puede volver a ser un lugar para quedarse.
Por: Tatiana Balvín