Tejer el centro: una apuesta por unir desarrollo, historia y vida urbana

Oct 21, 2025

Centro de Medellín

Como parte de la celebración del mes del patrimonio, se realizó hace unos días en el auditorio de la sede Centro de la Cámara de Comercio, el evento “Patrimonio Cultural del Centro en Tiempos de Transformación”.

Este encuentro, organizado por Corpocentro y la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, tenía un objetivo importante: abrir el diálogo sobre la evolución del centro de nuestra ciudad y reflexionar respecto a la importancia de conservar su patrimonio en medio de los procesos de transformación urbana.

Estos temas generan debate constante en la ciudad, principalmente porque su corazón histórico, comercial y cultural enfrenta retos de movilidad, vivienda, seguridad y preservación del patrimonio, los cuales afectan de una forma u otra a sus habitantes.

En medio de estas tensiones, la invitada María Eugenia Martínez Delgado, arquitecta de la Universidad Nacional de Colombia y especialista en Restauración de Monumentos y Centros Históricos de la Universidad de Florencia (Italia), quien también fue directora del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural de Bogotá y actualmente lidera la Agencia Nacional Inmobiliaria Virgilio Barco; realizó una presentación donde compartió su experiencia y opiniones sobre cómo revitalizar el centro, articulando patrimonio y desarrollo sin caer en los extremos de la demolición o la “museificación”.

Un plan para un centro dinámico

La presentación de Martínez titulada “La reforma de la ciudad sobre sí misma: Tejer el centro tradicional de Medellín”, comenzó recordando que esta zona es un organismo vivo y cambiante. “Cada vez que uno viene al centro de Medellín ve cambios importantes. El centro es dinámico, la ciudad es dinámica”, expesó .

Esta característica se evidencia fácilmente en la historia urbana de Medellín, misma que muestra un centro atravesado por fracturas y mutaciones sucesivas. A inicios del siglo XX, el paso de plaza a parque de Berrío y la apertura de nuevas calles desdibujaron la estructura colonial que por años le había dado sentido a lo que era el municipio. Por otra parte, la inyección de capital a mediados del siglo trajo consigo nuevos referentes arquitectónicos, “modernizó” la ciudad pero a costa de perder estructuras valiosas y cultivar una “desmemoria urbana” que aún hoy la aqueja.

Pese a esto, el centro de Medellín sigue siendo la zona con mayor riqueza histórica de la ciudad. Desde 1968, distintos planes han intentado recomponerlo, desde el Plan Estratégico de 1997 hasta el POT de 1999 y el Plan Especial de Protección del Patrimonio Cultural de 2007-2009. Sin embargo, las intervenciones más visibles han sido aisladas, es decir, restauraciones de espacios o monumentos sin proyectos urbanos integrales, lo que ha limitado su impacto .

Por ello, Martínez insistió en que si se quiere recuperar la vida que un día tuvo nuestro centro, no se trata de diseñar planes estáticos, sino de articular proyectos encadenados que puedan ejecutarse en fases, generando confianza ciudadana y resultados visibles.

Para reforzar esta idea, la arquitecta trajo a la conversación el concepto de laboratorios urbanos en América Latina y su poder en materia de recuperación de centros históricos. “En ciudades como la capital mexicana, Puebla, Quito o Cuenca se han probado enfoques que pasaron de conservar monumentos aislados a concebir el patrimonio como un paisaje urbano histórico, donde se entrelazan capas geotécnicas, sociales, culturales y ambientales”, expuso Martínez.

Estos aprendizajes son claves para entender que frente al crecimiento expansivo de las ciudades, la apuesta contemporánea no debe ser extender más la huella urbana, sino revitalizar lo existente. Esto implica considerar desafíos como la diversidad cultural, la globalización y el cambio climático, y reconocer que el patrimonio es un recurso vivo, capaz de dinamizar la economía, el turismo y el ámbito social.

Tejer el centro de Medellín

Martínez parte de este diagnóstico anterior para proponer un plan de acción que complemente al Plan Maestro de Espacio Público y Movilidad de Medellín, inspirado en experiencias de sitios como Ciudad de México, Madrid y Bogotá. Este debe superar la “planeación del deseo” para concentrarse en acciones posibles y reales que transformen el centro .

Este Plan se entiende como un proceso abierto, dinámico y flexible, capaz de incorporar nuevas exigencias y realidades. Se articula en tres estructuras o ejes principales que son: social y económico, urbano y de patrimonio cultural y por último gestión y financiación.

Sus objetivos van desde recuperar el espacio público, hasta mejorar el ambiente mediante renaturalización y eco-urbanismo, revitalizar patrimonios culturales integrándolos al paisaje urbano, proponer intervenciones “bisagra” que activen zonas deterioradas y mejorar la habitabilidad del sector con programas de vivienda.

Esta visión de “tejer el centro”, como ella lo llama; significa articular múltiples acciones culturales, sociales, ambientales y arquitectónicas, hacia un mismo propósito: revitalizar y resignificar el centro tradicional de Medellín.

“El plan no es normativo, sino operativo; no es un fin en sí mismo, sino un proceso que genera confianza, desencadena transformaciones y devuelve sentido a un territorio que ha sido corazón, fractura y posibilidad”, explica la arquitecta.

Y aunque el plan fue formulado hace casi una década, Martínez insistió en que sigue vigente. “Habría que actualizarlo porque es un plan que se presentó desde el 2017-2019, pero yo lo que puedo ofrecer es que estoy dispuesta a discutirlo y a trabajar en rutas más posibles, más promisorias, más cotidianas”. La clave, señaló, está en priorizar proyectos pequeños y sostenibles que desencadenen transformaciones mayores.

Antes de concluir, la conferencia también aterrizó en los riesgos que acechan a cualquier intento de transformación: la expulsión o desplazamiento de población vulnerable por presión inmobiliaria, el deterioro de bienes por falta de mantenimiento, y la sustitución de la diversidad comercial por franquicias de corta permanencia.

Para contrarrestarlos, Martínez propone hacer gestión del suelo (captura de valor para reinvertir en conservación y vivienda asequible), economías del patrimonio (apoyo a oficios, materiales y cadenas productivas locales) y política de vivienda en el centro que atienda alquiler social y mixtura socioeconómica.

Finalmente, la arquitecta subrayó que el centro de Medellín es un laboratorio privilegiado: concentra capas históricas, movilidad metropolitana, instituciones anclas y una vida cultural intensa. “Tejer” ese centro significa conectar lo que ya existe, es decir patios, pasajes, plazas, iglesias, equipamientos, con senderos peatonales, corredores comerciales y programas culturales de base comunitaria.

La transformación, concluyó, no empieza con demoliciones espectaculares sino con acupuntura urbana bien orientada, que mejore la experiencia cotidiana y devuelva el sentido de pertenencia a quienes habitan y trabajan en el corazón de la ciudad.

Por: Valentina Castaño

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